Igual que no soporto las frivolidades navideñas o el ansia de comprar de todo que inunda a la gente en esas fechas, lo aguantaría todo el año si también hubiera luces en las calles. Distintas en cada esquina, adornan la ciudad de manera simple y elegante, una forma sencilla de expresar la alegría que trae la navidad sin caer en la horterada o el exceso. Como todos los años, esperaré la cola interminable para coger el "bus de las luces", me subiré en la parte descubierta y, sin notar el frío siquiera, recorreré Madrid mientras en mis cascos suena la lista de reproducción de Coldplay. Igual a alguien le parece una tontería pero, a decir verdad, el arte de combinar las cosas pequeñas consigue, aunque sea sólo durante unos minutos, regalarnos la felicidad. A mí por lo menos.
martes, 29 de noviembre de 2011
Paradise
Ha llegado el invierno a Madrid. Ya tardaba, y no es que me queje. Pero ha sido tan de repente, y ha traído tantos recuerdos consigo, que me ha pillado desprevenida. Con tanto lío se me había olvidado que estaba a punto de llegar, con él la navidad, y con la navidad las luces.
Igual que no soporto las frivolidades navideñas o el ansia de comprar de todo que inunda a la gente en esas fechas, lo aguantaría todo el año si también hubiera luces en las calles. Distintas en cada esquina, adornan la ciudad de manera simple y elegante, una forma sencilla de expresar la alegría que trae la navidad sin caer en la horterada o el exceso. Como todos los años, esperaré la cola interminable para coger el "bus de las luces", me subiré en la parte descubierta y, sin notar el frío siquiera, recorreré Madrid mientras en mis cascos suena la lista de reproducción de Coldplay. Igual a alguien le parece una tontería pero, a decir verdad, el arte de combinar las cosas pequeñas consigue, aunque sea sólo durante unos minutos, regalarnos la felicidad. A mí por lo menos.
Igual que no soporto las frivolidades navideñas o el ansia de comprar de todo que inunda a la gente en esas fechas, lo aguantaría todo el año si también hubiera luces en las calles. Distintas en cada esquina, adornan la ciudad de manera simple y elegante, una forma sencilla de expresar la alegría que trae la navidad sin caer en la horterada o el exceso. Como todos los años, esperaré la cola interminable para coger el "bus de las luces", me subiré en la parte descubierta y, sin notar el frío siquiera, recorreré Madrid mientras en mis cascos suena la lista de reproducción de Coldplay. Igual a alguien le parece una tontería pero, a decir verdad, el arte de combinar las cosas pequeñas consigue, aunque sea sólo durante unos minutos, regalarnos la felicidad. A mí por lo menos.
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