viernes, 25 de febrero de 2011

The Modern Age

Una de las mejores sensaciones que existen es la de llegar a casa una noche cualquiera y pensar: 'joder, como me lo he pasado de bien'. 
A excepción de aquellos que salen a pillar (seres abocados a la desesperación, pobrecillos, al final son los que nunca pillan) creo yo que es lo que esperamos que ocurra cada noche. 
Al principio crees que lo mejor del mundo es meterte en la discoteca de turno, aguantando al portero borde de turno (mención especial al listillo de Pacha que no sabe que se le cuela medio Madrid por la puerta de emergencia) y pagando una pasta de entrada, a no ser que entres a las dos de la tarde. Puede ser entretenido alguna vez, pero al final una se da cuenta de que donde esté un garito vacío un jueves con tres amigos de toda la vida y un beefeater con limón que se quite lo demás. 
Porque tener a gente así, que está, ha estado y estará siempre, y que es capaz de hacer que te sigas riendo toda una noche recordando cosas que pasaron hace seis años no tiene precio.

Como para pagar una entrada, de verdad.

martes, 22 de febrero de 2011

Settle for nothing

Es curioso. ¿Cómo se puede ser tan hipócrita?

Podeis pasaros el dia entero dando lecciones de vida, hablando de lo que está bien y mal, de mi obligación, recordándome todo lo que he hecho mal una y otra vez.. como si vosotros fuérais perfectos, claro. A veces uno se cree que por tener cincuenta años lo sabe todo, y la verdad es que no sabéis una mierda porque contarme esto como si fuera lo más normal del mundo un puto día después de que pase no tiene nombre.

Luego tendréis la cara de decirme que no me comporte como una niña.

lunes, 7 de febrero de 2011

Bombtrack

Una vez acabada la eterna e insufrible etapa de exámenes, mi vida vuelve a su cauce normal (escribir chorradas a las doce de la noche) Durante estas semanas han tenido lugar hechos trascendentales para mi existencia, como  un completo abandono de formspring (muy predecible) y su sustitución por un libro nuevo. Este libro llegó justo a tiempo para evitar que me aficionara al Corán, cada vez más tentador, y se titula 'La elegancia del erizo', algo que en sí no es muy estético ni apetecible pero que da paso a una obra maestra, un cuento filosófico relatado desde la perspectiva de una niña muy lista en una casa demasiado grande.
Lo único negativo que encuentro de este libro es que la niña en cuestión, creyendo que la felicidad no sólo no se alcanza de mayor, sino que disminuye decide suicidarse a la edad de trece años. Mucha tela, sobre todo teniendo en cuenta que lo leí en plena temporada de globales, y el tema del suicidio colectivo ya había surgido en mi clase varias veces. Como para que te lo repitan en un libro, de verdad, que poco tacto.
Pasados esos quince días de crisis existencial, de cuyos resultados estoy satisfecha (por ahora, verás cuando me den las notas..) entramos en una semana marcada por el inicio de la 'feria de abril' en Madrid. Sí, la de abril. El hecho de que estemos en febrero y que esto no sea Sevilla da exactamente igual, porque la única finalidad del nombre era esa misma, un nombre/tema/excusa con el que pasarte todas las tardes después de fin de exámenes en el estado que conlleva la barra libre de 5 a 8 de la tarde. Y como aquí somos muy nuestros le ponemos ese nombre, y punto.
 Al haber acabado exámenes yo también, me veo con la obligación moral de asistir pues lo considero parte fundamental de el ciclo de vida del estudiante. Este ciclo, de general aceptación, establece un curso dividido en fiesta y biblioteca a intervalos regulares con el fin de preservar el equilibrio mental y espiritual del alumno.
Después de esta reflexión tan profunda y creativa me retiro a dormir, por aquello de que tengo que levantarme en seis horas y tal.

Acabo de darme cuenta de que me he escuchado media discografía de Rage Against mientas escribía esto, curioso a estas horas de la noche. Ya decía yo que no tenía sueño, que desastre.